“De joven había creído
que los libros y la vida eran cosas separadas, y que el enamoramiento, el
deseo, el amor físico no tenían nada que ver con el entusiasmo intelectual. Brevemente,
en sus años de madurez y resignación al infortunio, el profesor encuentra un amor que no sabía que pudiera existir, y descubre que la pasión
sexual puede ser todavía más intensa si forma parte de un diálogo de igual a
igual con una mujer que comparte su vocación y sus saberes. No puede haber
vivido en vano quien conoció ese paraíso”.
-A. Muñoz Molina (en
la imagen con su esposa E. Lindo)
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