viernes, 2 de octubre de 2015

UNA VERDAD QUE NADIE LEERÁ


Mírennos. Ahí estamos. Dándole cuartelillo a un café en los centros comerciales haciendo que esperamos a alguien que no llega. Escrutando la pantalla del móvil como si viéramos la luz primera. Sudando una clase de zumba con tal de formar parte de un grupo, aunque sea de riesgo de ridículo espantoso. Leyendo trilogías a capítulos acodados en barras alternas para que el camarero no acabe poniéndonos lo nuestro antes de pedirlo y a montarse él solo una película que se parezca demasiado a nuestra vida perra. Matando el tiempo a base de amor propio antes de que nos mate él de pena de nosotros mismos. Henos ahí a tantos. Solos como la una.
Un día, un mercachifle nos llamó singles y fuimos nosotros y nos lo creímos. Íbamos a ser libérrimos, dueños de nuestro tiempo, hiperconectados, digitales, modernísimos. No dijo que la soledad era también esto. Sentirse esclavo de ti mismo. Hacer tiempo en ninguna parte para llegar a casa tarde y nunca. Comerte la ansiedad con kikos antes de llamar a nadie que bastante tendrá con lo suyo y quedar encima de aguafiestas, triste, colgado de la vida.
Esta semana la hormigonera de la actualidad se tragó una noticia que debía haber abierto los medios que aspiran a contar qué pasa aquí y ahora. Porque además de lo de Cataluña, sucede que cuatro millones de españoles se sienten solos. Y no solo esos viejos que van al médico solo por hablar con alguien. No solo esos desempleados que ven pasar el año sin más cita que la del Inem. También gente con pareja, trabajos de éxito, recursos para comprar todos los sucedáneos de la compañía, pero no la verdadera. Esa ni se compra ni se vende ni se busca en Google ni se tuitea. Solo se encuentra. Y no todos y no siempre. ¿O alguien se cree que el idilio entre una celebérrima viuda y un notabilísimo caballero casado fue un flechazo? Todos ansiamos sentirnos únicos. Especiales para alguien. Vivos.



-Luz Sánchez en EL PAÍS





-------------------------------------------


No hay comentarios: