“En el budismo expresamos la voluntad de ser realistas
por medio de la práctica de la meditación. La meditación no es un intento por
alcanzar el éxtasis, la felicidad espiritual o la tranquilidad; tampoco es una
lucha por mejorarse. Se trata simplemente de crear un espacio en el que podamos
dejar al descubierto y desarmar nuestros juegos neuróticos y autoengaños,
nuestras esperanzas y temores ocultos. Para producir ese espacio recurrimos a
la simple disciplina de no hacer nada. En realidad es muy difícil no hacer
nada. Debemos empezar aproximándonos a este no hacer nada y poco a poco nuestra
práctica irá madurando. La meditación es una manera de hacer que afloren en
profusión las neurosis de la mente para incluirlas en la práctica. Nuestras neurosis
son como abono; en vez de tirarlas a la basura, las esparcimos por el jardín y
así van formando parte de nuestra riqueza.
Cuando practicamos la meditación, no debemos contener
demasiado la mente, ni tampoco soltarla del todo. Si tratamos de refrenar la
mente, su energía se volverá contra nosotros, y si dejamos que se afloje
completamente, se pondrá muy agitada y turbulenta. De manera que dejamos que la
mente esté libre pero manteniendo siempre un elemento de disciplina”.
-Chögyam Trungpa
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