“Tenía sobre todo un derrame muy abundante de ese bálsamo
tan dulce y embriagador que se escapa de lo más profundo de la hendidura
femenina en el momento del éxtasis. Los hombres a quienes me he abandonado eran
incapaces de expresar su deleite cuando mi chorro les inundaba. Al principio
creí que ese rasgo era común a todas las mujeres, pero es en realidad un don de
los más raros. En París uno de mis adoradores más fervorosos perdió el
conocimiento al sentir como le inundaba mi fuente por primera vez; después,
cuando le concedía mis favores, retiraba precipitadamente su lanza en el
momento del éxtasis para llevar la boca a la herida eterna y beber a largos
sorbos de la impetuosa fuente, tras de lo cual volvía a entrar con renovado
ardor y descargaba a su vez”.
-Wilhelmine Schröder-Devrient (en la foto) “Memorias de una cantante”
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